Observaciones sugieren existencia agua en TRAPPIST-1

Observaciones sugieren existencia agua en TRAPPIST-1

Las recientes observaciones del telescopio espacial Hubble sugieren la existencia de agua en los planetas potencialmente habitables del sistema TRAPPIST-1.

Uno de los descubrimientos astronómicos más emocionantes para aquellos que buscan vida extraterrestre fue el anuncio del descubrimiento del sistema TRAPPIST-1. Este descubrimiento, realizado en el 2015, fue complementado este mismo año con la noticia de la existencia de 7 planetas rocosos muy similares a la tierra orbitando esta pequeña estrella.

TRAPPIST-1 es una enana roja ultrafría ubicada a casi 40 años luz de la tierra, por la constelación de acuario. Es una estrella roja de edad avanzada con un tamaño similar a Júpiter y sus planetas orbitan muy cerca de ella. Tan cerca que un año (vuelta completa a la estrella) dura en algunos casos, poco más de un día terrestre.

Sin embargo, tres de sus planetas se encuentran en la zona habitable de su estrella, y al ser estos planetas rocosos similares al nuestro, el interés de los astrónomos por estudiarlos a fondo creció bastante, pues es posible que en uno de estos planetas se encuentren los primeros rastros de vida extraterrestre.

Cinco de los siete planetas podrían contener grandes masas de agua

Un equipo internacional de investigadores ha usado el telescopio espacial Hubble para determinar si en los planetas pertenecientes al sistema TRAPPIST-1 existen indicios de agua y encontraron algo bastante interesante.

Utilizando el Espectrógrafo de Imágenes de Telescopio Espacial (STIS) a bordo del Hubble, el equipo de astrónomos estudió la cantidad de radiación ultravioleta recibida por cada uno de los siete planetas TRAPPIST-1 y realizó cálculos para determinar cómo podría influir esta radiación en la cantidad de agua en cada planeta. El estudio concluye que los dos planetas más internos son dos pedazos de roca árida, pero los cinco restantes, tres de los cuales residen en la zona habitable del sistema estelar, podrían contener grandes cuerpos de agua superficial.

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El estudio indica que, inclusive, los dos planetas internos que ahora están secos, pudieron albergar también grandes cantidades de agua en su superficie, que fueron perdiendo debido a la intensa radiación ultravioleta emitida por su cercana compañera. Estos pequeños pudieron haber perdido el equivalente a 20 océanos terrestres en los últimos millones de años, pero sus compañeros, sobre todo el E y el F, podrían albergar agua líquida en su superficie.

Son rocosos, tienen agua, están en la zona habitable ¿Que más falta?

Las malas noticias son que, a pesar de todas estas características favorables, hay un «pero» que debe investigarse más a fondo para determinar si este planeta realmente puede albergar vida. Y es que la enana roja que cobija al sistema planetario, tiene un brillo muy tenue, por lo que su zona habitable está muy cerca de ella, haciendo que, inclusive el planeta más alejado de ella orbite a unos 9 millones de kilómetros solamente. En comparación, Mercurio, el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema solar, orbita a unos 58 millones de kilómetros en promedio.

Esto hace que la cantidad de radiación que reciben los planetas sea demasiado elevada. El modelo hecho por los investigadores sugiere que los planetas en el sistema TRAPPIST-1 reciben mucha más radiación ultravioleta que nuestro planeta. Tanta radiación que posiblemente, de haber existido alguna atmósfera en uno de estos planetas, esta pudo haber sido «arrancada» de él.

Además, algunos modelos sugieren que el viento estelar que reciben estos planetas de su estrella, podría ser de 1.000 a 100.000 veces superiores a los que recibe nuestro planeta desde el Sol. Pero esto no acaba allí, sino que, al ser un sistema tan compacto, con los planetas orbitando tan cerca de su estrella, es probable que los campos magnéticos de los planetas estén conectados con el de la estrella, permitiendo el flujo de viento estelar directo a sus atmósferas. Esto probablemente ha causado la degradación atmosférica, y los mundos pueden incluso haber perdido su aire por completo.

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Los científicos no pierden la esperanza de encontrar algo interesante en TRAPPIST-1

Algunos investigadores sostienen que es mejor buscar estrellas similares a nuestro Sol en busca de planetas habitables. Algunos modelos sugieren que en los sistemas planetarios con enanas rojas es poco probable que se desarrolle la vida. Sin embargo, los investigadores siguen observando estos sistemas en busca de indicios de esta.

Próximamente planean estudiar más a detalle y en el resto de las longitudes de onda, a parte de la infrarroja, usando el telescopio espacial James Webb, que se espera, sea puesto en órbita en octubre del 2018. Este será el sucesor del telescopio espacial Hubble, y contará con los últimos avances en tecnología para la observación espacial. Un espejo más grande e instrumentos especializados que le darán una resolución sin precedentes.

Son varios los exoplanetas que hemos encontrado. Sin embargo, ninguno ha demostrado tener señales de vida. Claro, también hay que tomar en cuenta la distancia a la que están. Desde esta posición tenemos una capacidad de observación limitada. Sin embargo, son muchas las pistas que podemos obtener con los instrumentos con los que contamos hoy en día y quizás en un futuro no muy lejano, podamos identificar planetas habitables fuera de nuestro sistema solar.

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Fuente: Hubble Space Telescope

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